Comentario homiletico

Jn 1,1-18
Juan, el evangelista que nos narra este evangelio de sabor litúrgico, ha tenido que bucear con la mente y escalar balbuceando hacia la altura de Dios mismo para dar cuenta de lo que ha pasado con el nacimiento de Jesús. Y sabiendo que a Dios jamás le ha visto nadie porque es el puro existir increado y por tanto está mas allá de todo lo creado , visible o imaginable, hace teologia para decir algo de esa realidad divina que es Jesús. Para ello se sirve de dos imágenes: la palabra y la luz.
Asi va a poder hablar de ese niño nacido de Maria en Belen como la Palabra que nace de la sabiduria eterna del Padre. Esa Palabra unida perfectamente al Padre se expresó en la creacion generando todo cuanto existe . Y esa Palabra era Dios mismo Hijo unico del Padre. Y esa sabiduria del Padre expresada en la palabra es la q se encarna. Ella es respecto a todo lo creado como una gran luz y esa luz se ha hecho visible en Jesús.
Asi la presencia revelada de Dios a nosotros si en el A T. era como “el soplo “o aliento de vida y con esa imagen se queria decir que todo cuanto existe subsiste por el aliento creador de modo que cuando Dios lo retira expira-y no era una mala imagen- ahora Jesús viene como una” luz” que se hace perceptible de la forma mas plena porque es la misma luz divina encarnada. Luz q viene a iluminar a un mundo en tinielas de siglos. Una luz que hace innecesaria la Ley porque se ha hecho carne la ley y en Jesús la ley ha cobrado vida.
Jesús es la encarnación de Dios mismo. No hay mejor representación de Dios que El. El Dios eterno e invisible permanecerá siempre asi de inalcanzable de forma que los agnósticos siempre podrán dudar de que se haya alcanzado con la sola mente a Dios. Pero Dios está ahi en Jesús: visible para los que son niños y no han perdido la capacidad de hacerse como niños y visible para los puros de corazón que se dejan iluminar por la luz de Dios.
La liturgia nos ha representado con dos gestos y detalles el gran hecho histórico de la encarnación: la “sacra” que era un cartel q se ponía sobre el altar con este texto de Juan “in principio erat Verbum”. Y el “incarnatus” o gesto de arrodillarse al decir el sacerdote en la misa “y el Verbo se encarnó”…Sin contar , por supuesto, que es la misa- en la consagración- el momento en que se actualiza y hace presente Jesús “pan vivo para la vida del mundo”.

Comentario homiletico

Mt 11,28-30
Si solo fueramos máquinas bastaría con unas técnicas psicológicas para relajar nuestro agobio y cansancio habitual que puede tener picos más altos por la pandemia, pero me temo que somos realidad personal y espiritual con raíces trascendentes y a ellas solo da alcance el Jesús- “manso y humilde de corazón” terapeuta de lo inmanente-trascendente.

Comentario homiletico

Lc 1, 26-38
¿Será posible que desaparezca el mal de la faz de la tierra?
El mal cuya causa es el pecado o mal causado por el hombre, es el que más nos preocupa. Y es del que más se suele hablar siempre sin que normalmente se logren acuerdos que conciten todas las voluntades para llegar a grandes acuerdos. Necesitamos grandes cambios en el manejo de la energia que mas conviene a nuestra casa común. Necesitamos hacer frente al cambio climático como cosa de todos. Y ahora a las pandemias que nos pueden sobrevenir una tras otra y en oleadas mortíferas. Todo nos hace descubrir ,como oyera yo decir de un sabio chilote, que “la unión no es una virtud sinó una necesidad” porque si no somos unidos perecemos. Y la solución nos embarca a todos.
Pues bien, la liturgia de- hoy fiesta de la Inmaculada- nos presenta en clave femenina el anuncio de que podemos hacer .mejor las cosas y el mundo tendrá solución. Una mujer , María adornada de gran dulzura y humildad pero de sublime fuerza y firmeza pisó la cabeza de la serpiente. Aquella serpiente símbolo del poder demoníaco que quiso llenar de orgullo a los primeros hombres haciéndoles ver que podrían ser como dioses, árbitros del bien y del mal sin miedo a las consecuencias.
María fue el primer ser de la tierra que diciendo un “Si” rotundo a Dios nos trajo a Jesús y con El la salvación.
Con María nos llegó Jesús y su Reino. Ahora necesitamos como María repetir el Amén ,el sí a Dios todos ,asumiendo el estilo de Jesús dulce y austero, libre y sencillo que nos libre de los estragos de un orgullo y ambición que nos aparta de Dios y del hombre nuestro hermano.
Con Jesús, cuya venida preparamos celebrando la próxima Navidad nos llega el mensaje de que el bien se puede hacer plegandose con radical humildad hecha necesaria virtud ante los grandes retos que (no aconsejan sino que nos obligan) – ahora lo podemos entender con la pandemia- a estar unidos por el bien común
Por creación Dios nos dotó de esa bondad natural aunque fue alterada por el pecado de origen en forma de orgullo .Y “fer bondad” ( hacer el bien), decir Amén a Dios y al hombre siguiendo el estilo de Jesús para que haya vida para todos ,es el camino de la restauración del mundo y de nuestra propia restauración.

Comentario homiletico

Mt 9,27-31–
Bon dia i ocasió per a profunditzar en el misteri de la fe. Dos ciegos van tras Jesús gritando: “ten compasión de nosotros Hijo de David”. Jesús les pregunta: “¿creéis que puedo hacerlo?”  y le contestan: “Sí, Señor” y Jesús les toca los ojos diciendo: “que os suceda conforme a vuestra fe”. Y se les abrieron los ojos.
Aquí Jesús nos relaciona fe y salud. El milagro o curación tan habitual en la vida de Jesús no se realiza sin el concurso de la fe del enfermo y más aún parece insinuar que el poder de sanación está más en la propia fe que en Jesús o en Dios.
Esto nos lleva a pensar en el efecto placebo: aplicar una medicina que es pura agua -por ejemplo- y te cura o en la visita a un famoso médico y sentirse mejor antes de recibir tratamiento, etc.
Son estos y otros muchos más casos los que la ciencia hoy nos relata para hacer ver el poder de la mente en la curación. Y ello sin hablar de fenómenos de hipnosis o de sugestión que nos dejan perplejos.
La fe de estos ciegos tiene muchas cosas en común con los fenómenos de la mente que apenas enumeramos: los ciegos admiran al maestro, pierden todo miedo social y su profunda necesidad la gritan al mundo y a Jesús. Están seguros de que Jesús puede curarlos y va a curarlos. Y entonces… lo que se ha anhelado con toda el alma y con todo su ser ..ocurre y no sólo el milagro material sino la presencia de “fuerza de Dios” en el propio acto de fe cuando el que clama a Dios o al milagro lo hace con tal coraje.
En el fondo toda actuación humana la hacemos y requiere de fe y confianza  o se convierte en un actuar maquinal y sin alma.
Y por ello mismo invocar a Dios y convocar toda nuestra fuerza espiritual para el vivir diario es una gran oportunidad para hacer de cada minuto un minuto de gracia.

Comentario homiletico

En el texto de Mt 7,21.24-27 Jesús está diciendo que “no todo el que me dice ¡Señor,Señor¡, entrará en el Reino de los Cielos sino el que cumple la voluntad de mi Padre”. Y dice también que “edifica su casa sobre roca, el que escucha su palabra y la lleva a la práctica”.
Nuestros clásicos sintetizaron magistralmente este loguion de Jesús con la expresión ” a Dios rogando y con el mazo dando”. Y así se entendía muy bien que no basta con solo orar a Dios ni sólo actuar sin contar con Dios. Hacen falta una cosa y la otra.
Y aqui notamos un importante déficit de conciencia social para valorar desde esta óptica lo que nos ocurre hoy. La búsqueda de eficacia y resultados en la acción personal y social entre otros factores- ha hecho que el valor de la invocación de Dios y en definitiva de la practica de la fe, haya quedado reducida o muy mermada. El recurso tan oido ” no tengo tiempo” disfraza mal la minusvaloracion social en que ha caído la práctica de la fe. (Y habría que analizar si la crisis es de invocación de Dios o de la valoración subjetiva de esas prácticas religiosas para contactar con Dios que es lo que en definitiva se busca).
Como fuere, lo que no cabe olvidar es que el hombre de hoy pasa “hambre de sentido último de las cosas”. Nuestra mente o más aun nuestro yo, parece que no se conforma con simples motivaciones como las económicas o sobrevivir como sea y obedecer a un imperativo existencial carente de sentido. A largo plazo el accionar del hombre “sin invocación” parece desembocar en lo que hoy tanto se lamenta: “se han perdido los valores”.
Y mientras tanto la pandemia llama a nuestras puertas. Y recurrimos a la unión. Y recurrimos a la ciencia. Y urgimos a los laboratorios a solucionar el mas grave problema de los últimos tiempos. Y el hombre de hoy se polariza en dos tendencias contrapuestas. Los que solo invocan a Dios y los que solo esperan en la ciencia..y se va apuntando una tercera opción :la que nace de la unión de invocación y ciencia.