14/07/2022

Mt 11,28-30
Hay que ver “bous al carrer” para entender -como metàfora de nuestra vida -còmo andan los toros y vaquillas cuando van sueltos por la calle sin tener claro hacia donde ir; nerviosos y alterados y arremetiendo contra todo estimulador de turno que ni siquiera tiene arte ni es torero. Solo leve descanso encuentran cuando se juntan con otros de la manada. Pero ni solos ni juntos saben a donde van así que dando vueltas y vueltas no encuentran reposo ni descanso.
Y en ese andar y correr sin sentido y con quebrantos he aqui que aparece la figura del manso. Es imponente porque es grande y da seguridad a todos. Sin embargo no es agresivo ni se impone por la fuerza. Sabe estar para acompañar y orientar desde la humildad la obediencia y el autocontrol.. A una señal con la esquila y cuando los haya congregado a todos echarà a andar delante del ganado y los llevarà a la puerta del corral donde por fin van a encontrar el descanso del ajetreo callejero y el pienso para recomponer el cuerpo desgastado y maltrecho .
Estamos en verano de post-pandemia *y con apenas turismo nacional, pero aun así al agobio de las aglomeraciones playeras se añade el estresante estimulo de nuestro ser mas intimo e inseparable: nuestro movil “consorte”.
¿quien podra librarnos entonces de superestimulacion tan desequilibrante? Y hoy escuchamos con la voz del Maestro el secreto de su imponente atractivo: el Hijo del Hombre se ha hecho manso y humilde de corazon para que con El , por El y como El adquiramos el autentico dominio sobre la tierra.
“Bienaventurados los mansos y humildes de corazon porque ellos poseeran la tierra ” (Mt 5, ….)