21/07/2022

Mt 13, 10-17
Si Jesús nos hablara hoy con parábolas nos parece que le diríamos lo que a un comercial o a un predicador callejero: “déjate de milongas y ve al grano o si quieres predicar vete a la Iglesia que pa eso está”.
Hoy no faltan sino que sobran maestros. O faltan maestros que lo sean de verdad : de palabras y de obras coherentes con las palabras. Pero nos parece que tampoco lo tienen fácil los oyentes. El barullo que se les monta cuando manifiestan interés por oir de verdad les llega por todos los lados y probablemente aun sin quererlo conscientemente van a elegir maestros a la medida de sus deseos (Pablo) o que apoyen no lo que realmente necesiten sino lo que les gusta oir.
Y las parábolas en verdad no es que hayan perdido valor como portadoras de verdad . Son la vida misma y contada con el aliño de la historieta que a todos nos engancha. Pero siempre apuntan a algo que va mas allá de lo inmediato y hay que ir a escucharlas teniendo un compás de espera . No está preparado para escuchar a Jesús y sus parábolas un oyente lleno de urgencias del tipo que sean. Por eso en ocasiones Jesús reclamaba: vamos a un lugar tranquilo y apartado a hablar con tranquilidad. Mente y corazón han de estar libres en el oyente para ver en profundidad cuando mira porque lo hace y debe hacer con serenidad y sosiego. Y no olvidar en esa mirada del oyente que es lo mas importante mirar con amor porque esa mirada ya nos acerca a Dios.
Y un canto que nos llegó de la mano del P. Eric, congolés (que anda ahora por su tierra intentando montar una escuela en su pueblo natal) nos puede servir de inspiración.
“Ayudame a mirar con amor a descubrirte en el el silencio. Ayúdame a mirar con amor a ver las cosas como Tu las ves”..

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