Comentario homiletico 24/6/18

Jn 1,21-51
Juan Bautista era primo de Jesús ,hijo de Zacarías sacerdote del templo y de Isabel. Pero su misión no la realizó como sacerdote sino como profeta. Su principal tarea fue anunciar y presentar al Mesías como el restaurador de la humanidad caída y por eso dice de Jesús q es “el que viene a quitar el pecado del mundo”. Y por ello se dedica a predicar la conversión bautizando a los q están dispuestos a hacer las cosas como Dios manda.
En la suerte de moral q el predica la raíz más profunda e inspiradora es el propio Dios. El es el creador de todo y del propio hombre y por ello es a El a quien hemos de responder de nuestras obras. Nosotros hemos de poner el reconocimiento y arrepentimiento de nuestros males y Dios en Jesús va a ser quien nos perdone.
Asentar la moral o recta forma de conducta en Dios es la forma propia que tenemos los creyentes y por eso en el Dios invisible q ha manifestado su infinita bondad en la Ley y los Profetas y luego en Jesús – el Dios hecho hombre- q nos dice con su vida cómo debemos actuar ,encontramos los principios inspiradores .
En esencia tanto la moral cristiana como la ética cívica nos van a pedir salir de cada uno de nosotros para situar el centro de interés de nuestro actuar en los otros y no sólo en el interés más personal y egoísta.
Por ello en ética y moral partimos del amor . Un amor sensible capaz de apreciar el valor de las cosas y de los otros con empatía. Es así como podemos hablar de respeto y admiración y nos dejaremos llevar por esos sentimientos y no sólo por la obligación o miedo al castigo por los males o delitos cometidos.
En nuestro caso de creyentes el bien actuar como la belleza y la verdad son como destellos de la misma luz de Dios y convertir la vida toda en “arte divino “es lo q llamamos santidad.