INSPIRANDO LA PAZ CON EL AIRE DEL ESPIRITU

Jn 14,23-29
Poco antes de su marcha a los cielos Jesús da la paz a sus discípulos. “Mi paz os dejo. Mi paz os doy”. Una paz distinta a la del mundo. Probablemente es la paz que debiéramos vivir los hijos de Dios. Pero para estar al día existencialmente y vivir con esa paz quizás necesitamos actualizarnos. Vamos por partes:
1. Esa paz es la de Dios. Supone tener por tanto el GPS conectado con Dios y olvidar aquello de “vivir como si Dios no existiese”.
2. Para un hijo de Dios que ha reconocido a Dios como Padre suyo desde el Bautismo la razón primera y final del existir que me hace encontrarme aquí y ahora perfectamente ubicado es Dios mismo que para andar por la tierra con firmeza me ha puesto a Jesús como modelo y Guía.
3. La paz es un producto o fruto que se alcanza dentro y fuera de mi cuando yo el espíritu de paz lo he interiorizado y como programado en mi. Como se dice ahora “lo he puesto en mi ADN” siendo pacífico y luchando por la paz. (=Bienaventuranza).
4. Pero como esa paz no es obra nuestra o mía sino “obra de Dios en mi” veremos, qué curioso, que los apóstoles cuando iban a dialogar de temas importantes como “qué creer o cómo actuar” invocaban al Espíritu Santo. El fue precisamente el “culpable” de que el imposible diálogo de la Torre de Babel se convirtiera- llevado muy de otra forma por los primeros cristianos -en una Iglesia bien trabada por la unidad del Espíritu y el común vinculo de la fe.
Educarnos, por tanto, en dialogar con la invocación del Espíritu debiera ser algo común en el ámbito familiar inspirando con el aire el Espiritu de paz para hacernos a su estilo veraces, escuchando y aportando cuanto el Espiritu nos sugiera para construir algo nuevo mas allá de nuestros egos.
Esta forma de prepararnos al diálogo la hemos visto también ahora en el cónclave con un papa mas obra del Espiritu que de “intencionados” humanos . Y habrá que recordar que esa debiera ser nuestra forma habitual de enfrentar diálogos para que sean fuente de crecimiento y de concordia familiar o social. Es el Espíritu el auténtico generador e inspirador de vida en plenitud presente desde el origen de toda la Creacion.
Invoquemos, pues el Espiritu Santo preparándonos para Pentecostés con el “Veni Creator Spiritus”(Gregoriano)

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