comentario homilético 16/5/2.017

En Jn 14,27-31 Jesús va diciendo a sus discípulos “la paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde…”.
   La paz (en hebreo Shalom -de ahí toma nombre nuestro Junior) es el gran deseo de la humanidad. Vivimos en Europa 2 guerras mundiales en el siglo pasado y no faltan en diferentes paises muertes y violencia de manera q aún el adagio  romano  ” si quieres la paz prepárate para la guerra” está aún vigente. En este mundo  sociedades y personas estamos como en lucha de poderes y la paz se consigue sólo equilibrando las fuerzas. En su base está el miedo a perder la vida, los bienes, el prestigio ,la hegemonia,….
 Es ,entonces ,el miedo el impulsor y motor principal de la agresividad, las amenazas, y la violencia  q aparece en cuando se rompe ese equilibrio de fuerzas.
   La paz de Jesús, sin embargo, frente a la paz del mundo es la experiencia del discípulo  q ha encontrado su profunda seguridad por la fe en Jesus y cumpliendo su palabra y por ello ha perdido el miedo  a agresiones y amenazas.
 Las únicas armas del discípulo son la verdad y la palabra. Y en la invocación del Espíritu recibirá la fortaleza moral para afrontar adversidades y encontrar la palabra oportuna frente al enemigo.
    El portador de esa paz es el q de verdad la irradia y es testigo de la Paz de Dios.

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