Comentario homilético 21/3/2.017

Mt 18,21-35 plantea el tema del perdón al hermano como condición para que el Señor nos perdone. Y puesto q delante de Dios siempre nos vamos a ver con falta y necesidad de clemencia y perdón mejor será q nos hayamos ejercitado en el difícil arte del perdón pq no es cobardía sino ejercicio del q es gran señor.

Pero ¿cómo se hace esto? Si recibo una ofensa en mi persona o mis  bienes materiales o de personas queridas ¿es posible controlar los sentimientos, los actos o evitar el recuerdo del daño recibido?

Ante el mal o daño recibido  se nos pide una atención o control especial. Y una adecuada respuesta  cristiana nos exigirá estudio,  paciencia y aplomo. Para empezar, si la herida q se nos ha causado la sentimos como importante el olvido no va a ser posible a corto , y a veces ni siquiera a largo plazo, sobre todo si entendemos por olvido el que no se nos alteren las emociones que sentimos al sufrir el daño.

El control de los sentimientos como rabia, ira, venganza, etc ya es importante haberse ejercitado previamente en su control para no descargarse en actos q hagan a su vez daño al ofensor. Pero siempre hemos de evitar la respuesta a través de actos cuando recién se recibe el daño sobre todo si estamos cargados de adrenalina y nos van a salir violentos.

Superada la sobrecarga emocional del momento , ya iremos manifestando con actos el perdón q estamos ofertando sea evitando actos en represalia, u omisión de palabras….

Un bonito ejemplo lo vemos en Jesús q cuando le abofetean y coronan con espinas dice a su agresor: ” si te he ofendido dime en qué y si no poqué me pegas?(Jn 18,23).

Jesús manifiesta en esta respuesta verbal un gran señorío sobre sus propios sentimientos y actos a la vez q trata con gran dignidad al agresor impactando en su conciencia e invitándole a  caer en la cuenta de la maldad de su acción.

En fin. Q el ejercicio del perdón requiere de mucha ciencia y virtud  y es en su práctica  donde mejor brilla el temple q ha adquirido nuestra personalidad cristiana.

Y, desde luego , en la base del querer y poder perdonar está el ser consciente de q yo soy el pecador más perdonado y necesitado del  perdón de Dios y por ello debo actuar con los demás de la misma manera q lo espero de Dios mi Padre.

Los comentarios están cerrados.