Comentario homilético 29/3/2.017

Jn 5,17-30. Jesús ha sanado al paralítico de la piscina de Betesda . La gente queda conmocionada al ver el poder de Jesús. Y Jesús aprovecha para presentarse. “El Padre sigue actuando  haciendo  maravillas y jesús tb actúa. Y dice q actúa no “por libre” sino haciendo  la voluntad del Padre. Y si el Padre hace resucitar Jesús tb. Y todo el hacer del Padre como el del hijo no contempla el sábado como precepto pq Jesús y el Padre son Señor(es ) del sábado.

El evangelista (y divino) Juan  y las gentes  captaron con claridad q Jesús se hacía igual al Padre. Era Dios. Con una diferencia  :Juan y los discípulos de Jesús lo aceptaron. No asi los escribas y fariseos q habían cosificado el “ánima mundi “- el actuar de Dios en el mundo- en preceptos tan remarcados q impedían el fluir de la vida . Y sin embargo el Padre ha designado a Jesús para el juicio del mundo y el que cree en El no será condenado pq tiene ya el principio de vida eterna y Dios lo resucitará.

Hoy lo de Jesús nos pone metafísicos. Hemos de captar nuestro propio ser- q es más q nuestro nombre o apellidos (herencias familiares) pero  q no dicen quien soy yo. Se impone romper el etiquetado y adjetivado de todo cuanto somos para acoger la esencia de nuestro ser y de todo cuanto nos rodea para percibir no los murmullos mentales sino la propia sustancia del ser como nace del propio actuar de Dios en el mundo. Y para lograr eso hay un camino: la meditación por la q vaciándonos de lo q no es más q creación nuestra -o a menudo- pecado nuestro (- producto mental-) nos convertimos en pura capacidad de acoger haciéndonos aprehensibles para q Aquel -Jesús-nos purifique con su sangre y nos cribe a energía purificada y trascendente.

Hoy, en el polvo de lo humano q somos podemos avizorar el polvo de estrellas q somos como “creados a imágen  de Dios” y – por la fe- reencontrados  con nuestra mas profunda esencia.

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