Comentario homiletico 4/18

Mc 1,29-39
Si algo profundo unió a Pablo y a Jesús como se desprende de estas lecturas es el celo por anunciar el Evangelio y hacer q la Buena noticia renovadora de esperanza llegue a todos. Ambos sienten la urgencia de predicar el evangelio de tal modo q han convertido su vida en “una vida itinerante” al servicio del evangelio.
Pablo ha asumido la tarea de predicar el evangelio como una misión q se le ha encomendado y q no puede reusar pq no lo hace por gusto o capricho ni por recompensa alguna, sino una vocación q le sale de lo más dentro (tampoco es una obligación q se hace de ordinario con desgana) . Lo entendemos? Pues eso mismo vemos hoy con Jesús: está rodeado de gente q le busca y le necesita y después de hacer oración dice: “vamos a otra parte a otras gentes de Galilea q para eso he venido”.
Pablo y Jesús vivieron no vivieron para si mismos sino para la causa del Evangelio. Y por esa causa renunciaron a la tendencia natural a rodearse de bienestar y de los buenos y fieles amigos. Así hicieron verdad con su vida aquellas palabras q en reposada meditación dijo Jesús un día: “quien busca su vida la perderá, pero el q entregue su vida por mi y por el evangelio la salvará.”
Así se nos presenta a todos la tarea de Jesús y de Pablo. Una tarea q nos debe embarcar a todos de por vida y q hay q hacer sin prisas pero sin pausas. El Reino urge anunciarse a los q como Job andan sin ánimo ni esperanza. Y el día y la noche son cortos para el mensajero de Gracia.
En este tema el Papa Francisco es un experto vital (dice lo q el mismo hace) cuando invita a la Iglesia a salir a las periferias para q a todos y sobre todo a los más desfavorecidos le lleguen motivos de esperanza.
!estamos dispuestos a ser mensajeros de Gracia y Esperanza?

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