Comentario homiletico 11/12/19

Mt 11, 28-30
Hay que leer las Confesiones de San Agustín escritas en diálogo constante con el Señor. Allí el alma sabia e inquieta del gran buscador de la Verdad q fue Agustín se explayaba contando sus aventuras y desventuras a Aquel q se había hecho todo oídos para él para q encontrara por fin el descanso del alma. Y es que Jesús” cuando te escucha no va de terapeuta” experto en aplicar técnicas de relajaciòn sino q “es terapeuta” q escucha con calma porque es “manso y humilde de corazòn “. Jesús sabe hacer silencio cuando tu le hablas y te escucha con respeto y atención. Con gestos casi imperceptibles, conforme le vayas contando tus cuitas iras viendo en su cara como el espejo de tu propia alma agitada , e iras encontrando la paz fruto de un encuentro siempre reconfortante y sanante.
Nuestra sociedad científica y tecnológica no dudamos q será capaz de vendernos con drogas y técnicas una paz fisiológica para calmar nuestro sistema nervioso agotado o alterado. Pero la paz del alma , la que nace al filo de la conciencia q se nutre del cumplimiento del deber está en otra dimensión q desde esta no se alcanza. Hace falta la simbiosis o interacción de espíritu a Espíritu. Vale para esta experiencia la lectura de la poesía q siempre dice más.
Recitar en calma el bellísimo himno “Ven Espíritu Santo y emite un rayo de tu luz. Ven padre de los pobres, ven luz de los pueblos y luz del corazón…”
Ese tu a tu es irreemplazable. Y luego para rubricar la paz recibe el perdón q para eso Jesús concedió el Ministerio del perdón: “a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados”. (Jn 20, 23)

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