Comentario homiletico

Mc 8,34-9,1
¿Es posible negarse a sí mismo, cargar con la cruz y seguir al.maestro adónde su inspiración te lleve?
Sorprende escuchar las palabras de María en respuesta al ángel q le anuncia q va a ser madre del Mesías :” he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu voluntad”. La respuesta no fue fruto de un momentáneo encuentro sino de un encuentro más en que la sintonía con el Abba (Padre)era tan plena q el Si le nació con total verdad y simplicidad.
El si – q supone la negación de sí para hacer la voluntad del Otro -es un acto de obediencia en que no se siente violación sino radical aceptación como si fuera la mejor opción. Y es evidente q esta actitud no puede entenderse desde fuera sino como “comedura de cabeza” o “lavado de cerebro”por lo inusual de la demanda q se le hace al discípulo. Pero no es menos verdad q este “vivir para” y como en obediencia al deber que nos manda lo hacen habitualmente miles de madres atendiendo a sus niños o bebés. La necesidad del otro se atiende antes que la propia y hasta con atención “devota” sin reparar en lo costoso q resulte.
Esa habituación en el actuar en obediencia a la realidad con olvido momentáneo de las necesidades y apetencias propias es lo q entendemos como negación de sí mismo . Una negación q ya no es vivida como un masoquismo o violencia a sí mismo sino un quehacer dignificado por un valor q se entiende como superior: el Bien Común o la necesidad de los demás. A esto le solemos llamar actuar con “altura de miras ” y es lo q hay q educar en el niño -y en el mayor🙄- para q deje de ver y atender solo sus necesidades.
En estas condiciones podemos captar q la union hecha oración con Dios lleva un correlato necesario en una acción de servicio que beneficia a todos.

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