05/08/2021

Mt 16,13-23
Quien es realmente Jesús fue y es la gran incógnita para los apóstoles y hoy para nosotros. Los apóstoles pronto se quitaron la responsabilidad de responder por sí y dijeron lo que otros comentaban: que, si era Juan Bautista, o Elías o Jeremías. Pedro arriesgó al decir “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le proclamó dichoso porque el Padre se lo había revelado. Sin esa revelación del Padre la fe de Pedro y la nuestra no pasaría de ser una opinión más como otra cualquiera. Pero si al profesar esa fe tu mente y corazón se encogen en oración has hecho ya la conexión de fe. Es un acto que se realiza con una seguridad absoluta porque absoluta y no falible es la persona cuya radical intimidad se ha desvelado. Eso no quiere decir que ya la vida de Pedro como la del cristiano de a pie será coherente siempre con esa fe. La primera contradicción con esa fe se manifiesta en ese mismo relato cuando Pedro no acepta un destino de crucifixión para Jesús y Jesús le da la peor de las reprimendas “apártate de mí satanás que me haces tropezar. Tú piensas como los hombres. No como Dios”. En ese acto de fe diremos pues que inicia el cristiano el camino de la fe, pero la infidelidad e incoherencia hasta ser capaz de negar conocer al propio Jesús está ahí y la Iglesia ha demostrado una gran humildad no ocultándolo sino afirmando la gran fe de Pedro y a la vez su debilidad humana aun siendo roca sobre la que apoyar la Iglesia.

Los comentarios están cerrados.