19/08/2021

Mt 22,1-14
La parábola del rey que invita a todos a participar del banquete de bodas de su hijo es una invitación a convertir la vida toda – y desde luego la liturgia – que es como la dramatizacion de los hechos de la fe insertados en la vida del ser humano en una gran fiesta.
Esa voluntad es en definitiva la voluntad de Dios que en la parábola se va expresando de diferentes maneras: se invita a todos y en diferentes momentos. Muchos presentan excusas para no ir al banquete , pero el rey -Dios- es pertinaz y continúa invitando a todos ricos y pobres sin excepción como no entendiendo que semejante oferta pueda ser rechazada y pide que todos asistan con el traje de fiesta para no ser reprendidos.
La parábola logramos entenderla bien cuando descubrimos en la vida y la liturgia del Reino ese cariz de gran fiesta que es la propia vida humana y que se representa en la liturgia.
En la liturgia católica la mesa y el mantel en el altar con las velas, el pan y el vino, las flores, los cantos y la gente buscan ponernos en el ambiente propio de un banquete en que todos participamos escuchando y meditando la palabra y comulgando con Dios y con los hermanos. Y esa actitud de gozo y fraternidad quiere llevarse a la vida a la que sirve la liturgia.
Vivir la liturgia y su centro – la misa -de manera que sea un signo expresivo y vital – es y siempre sera un gran reto porque no es la accion del sacerdote que actúa en la persona de Cristo ,sino la comunidad toda la que hace presente a Cristo y ha de hacer vivencial la accion sacramental.
Y si la liturgia eucaristica es un reto, mucho mayor lo es nuestra vida cristiana. ¿como vivirla como una fiesta siempre alegre cuando tantos contratiempos nos mueven a tristeza, ira o desencanto?
Pablo , una vez mas , al decir que está avezado a vivir con hambre y abundancia, en lucha con cualesquiera circunstancias nos da prueba del tesón y tenacidad del que siente que “todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

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