SEMILLAS DE RESURRECCION


Lc ,24,25-48
Después de haber visto el sepulcro vacío los evangelios nos van hablando de las sucesivas apariciones. Éstas tienen como dos caras: la anecdótica o historia entre fantástica y sobrenatural sin limites claros porque nos sobrepasan a nuestra mente y son esas percepciones de un Jesús que aparece y desaparece con trazos mágicos , que atraviesa paredes y hace pensar que no es real, que es un fantasma. Un Jesús que camina sobre las aguas y que le dice a Maria Magdalena” no me toques que aun he se subir al Padre ” y los discípulos tienen que restregarse los ojos y plantearse: pero ¿ qué estamos viendo ¿qué Jesús es éste tan distinto al que hemos conocido? ¿será el mismo o es un fantasma?.
El Jesús después de la Pascua, de aspecto mágico, sobrenatural o como en teología se solía decir con un “cuerpo glorioso” que desafia las leyes de la gravedad vuelve a la historia contactando con sus discípulos con una misión fundamental que es la segunda cara y auténtico mensaje de los evangelios de las apariciones y que coinciden con la experiencia del Tabor:la magia que nos eleva y alegra y admira no la hemos de descubrir mirando al cielo sino mirando la tierrra. El Jesús que camina sobre las aguas y atraviesa paredes e irradia felicidad (=Shalom) es el mismo que sufrió en la cruz , y cuyas llagas aun son perceptibles en su cuerpo. El que se sentaba a la mesa con sus discípulos pero también con publicanos y pecadores. Asi pues, el mensaje que entendieron los discípulos con las apariciones era este :que el Resucitado es el mismo que fue crucificado, que no es otro distinto; que la resurrección no es negación de la cruz, sino su reafirmación y la revelación de su sentido último.
Es una invitación a explotar de alegría porque si Jesus resucita con una muerte cuya grandeza nos parece mas un rotundo fracaso , nos está diciendo que los trabajos por amor que se viven como cruz aunque el mundo no los entienda son la mejor semilla de resurrección.
Con el canto “Sois la semilla”podemos recordar nuestra misión de “resucitadores”, de ser aguijón y caricia a la vez, testigos de la Resurrección.

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