Comentario homiletico 15/4/18

En este Domingo 3° de Pascua nuestro comentario al texto de Lc 24,30-48 lo apoyamos sobre dos imágenes de Jesús q tenemos frente al altar de Sant Marc q a nuestro modo de ver son muy potentes: la de “el Hijo del Hombre” q representa al Jesús q siendo de condición divina se despojó de su rango para asumir como nuevo Adán nuestra condición humana salvo el pecado y la imagen del Cristo Resucitado que brilla con la gloria del Padre y la fuerza del Espíritu. Ambas imágenes resumen el misterio de Jesús y su profunda humanidad trascendida y potenciada por su divinidad.
Y como estamos en tiempo de gozo y de contemplar y asimilar en nosotros al esclavo resucitado y convertido en Señor de vivos y muertos nos toca ahora dar el paso para encontrarnos con El.
En el monte Tabor Pedro, Santiago y Juan fueron privilegiados por Jesús y pudieron captar el especial bienestar q dimana del “Jesús total” y ya entonces Pedro le pedía a Jesús q hicieran 3 tiendas para establecerse y vivir allí como en un pequeño cielo en la tierra. Pero es q ahora los discípulos lo están percibiendo en el vivir diario. Los discípulos de Emaús lo descubren emocionandose cuando hablaban de El y recordaban sus palabras y sobre todo al partir el pan. Magdalena lo percibió cuando lo visitaba en el mismo sepulcro y vio q sin duda era el Maestro. Tomás q pidió acreditar mejor la identidad de Jesús viendo sus llagas acabó arrodillado confesando ver en El al “Señor y Dios mío”.
Las pregunta hoy para nosotros es ? Cómo podemos llegar a ser tb nosotros testigos del resucitado? Sin duda q hemos de caminar hacia donde sabemos por fe q El está apartando de nosotros miedos , reparos y suspicacias. El resucitado anda presente e identificado con todos los hombres y mujeres humillados y maltratados y habrá q vivir con ellos su suerte. Pero no basta con ello. Viviríamos la cruz como un fracaso. En la cruz el hijo del hombre sintió la angustia y desamparo del abandono del Padre pero aún así le entregó a El su espíritu. Era el momento cumbre de la máxima soledad, pero tb de oración y entrega confiada. Y entonces Dios Padre lo resucitó.
Nuestros gestos van a tener q ser pues, de alguna manera representaciones de ese ritual de la Crucifixión.
1. Hacer un compromiso vital en favor de la humanidad más pobre.
2. Acompañar ese gesto con la oración perdiendo el miedo a la soledad y a los reparos hacia la comunidad. El resucitado estaba y compartía el pan siempre con la comunidad.
3. Entonces la eucaristía y su veneración nos aparecerá como el culmen de la vida cristiana.
?se puede seguir un proceso inverso? Si. Pero un cristianismo q no aterrice en la acción y la vida siempre corre el riesgo de quedar en un espiritualismo inoperante y/o narcisista.

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