Comentario homiletico 24/2/2018

La experiència del Tabor ,aquel monte en que Jesús se transfiguró y q nos narra Mc 9,2-10 fue una gran revelación para Pedro, Santiago y Juan los 3 apóstoles elegidos para compartir aquella experiencia. La revelación fundamental es q “vieron” al Jesús a la vez humano y al resucitado con el brillo divino q le hace resplandecer sus vestidos y es generador de un inmenso bienestar. De hecho terminada esa manifestación termina el relato diciendo Jesus q no digan nada hasta q El resucite de entre los muertos.
Es la visión del Jesús hombre y a la vez inmortal y resucitado. Ese fue un gran privilegio por el que a la fe intuitiva en el hombre Jesús por lo que trasluce y trasciende se le añade la fe como don sobrenatural que arrodilla nuestra condición humana y la somete a la graciosa voluntad divina .
Y esta experiencia del Tabor que afectó sobre todo a la percepción q tenían de Jesús llegando a captar su profunda verdad trascendente y divina no quedo solo en un cambio en su percepción.
Cuando perciben el “bien-estar ” con Jesús descubren los discípulos q si se les ha hecho accesible esa nueva realidad es pq tb ellos pueden con Jesús participar de esa transformación y transfiguración.
En la Ley y los profetas los judíos y tb los apóstoles veían como las señales indicadoras del camino a seguir en la vida. Pero ahora tras el Tabor han visto algo mas. Han visto en el acercamiento amoroso a Jesús y en el propio Jesús el Buril de Dios capaz de grabar, restaurar, pulir y hacer brillar nuestra más preciosa humanidad salida del Dios y Padre creador.
Es el Buril de Dios q sabe de perfecta humanidad y perfecta divinidad y es por ello el q nos puede restaurar y devolver nuestra condición original sin falsearla ni deformarla .
Así lo q Jesús hiciera despojandose de su condición divina para ser en todo igual a otro hombre es lo q hemos de hacer sus discípulos puliendo nuestro ego para q sea a su vez buril de Dios haciendo su voluntad en nosotros y en nuestro entorno.
Así es como nuestra Cuaresma no va a ser solo una exhibición de nuestro perfil narcisista sino expresion de nuestro deseo de hacernos acordes a la voluntad de Dios.

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