AMOR UNIVERSAL


Mc 3,31-35-
-No nos es dado saber cuan corta o larga fue la familia de sangre de Jesús. Hipótesis no faltan. Pero las escrituras canónicas confirman día tras día que se seleccionaron en su día como escritos fidedignos y ajustados a la realidad de modo que aun hoy merecen el mayor respeto de los historiadores comparados con otros escritos apócrifos que abundan en fábulas e imaginación alejada de la historia.
Lo cierto es que nuestro personaje Jesús no fue especialmente cultivador de sus lazos de sangre.  De adolescente se perdió atareado en disputas con los doctores y daba como argumento que “debía ocuparse de las cosas de su Padre”. Y en el texto de hoy cuando le dicen “tu madre y hermanos están fuera y te buscan” da por respuesta mirando a los que le escuchan con atención que “aquellos que cumplen la voluntad de Dios son  su hermano y su hermana y su madre”.
Sin negar, pues, el peso de la educación que ejercerían María y José, lo que se apunta es que Jesús desplegó pronto hacia una adultez en que los vínculos humanos se mantenían y crecían no ya por los afectos y /o apegos que nacen de la convivencia y tradiciones familiares sino por las inquietudes  e ideales que sugestionan a los hombres haciéndolos atraer la bondad y sabiduría divinas a la conducta diaria. Esos buscadores de lo divino y comprometidos con el hombre son “su masa preferida” para construir su Reino.
Cualquier mujer u hombre, o joven, o niño o niña sirve para constructor de ese reino (Jesús mismo hemos visto que de muy joven ya tenía esas inquietudes). Lo definitivo es que tiene que sentir esa “llamada a ser discípulo” oyendo la palabra de Jesús y dejando que impregne su vida toda.
Así podemos decir que si la buena teoría es la que nace de la búsqueda de Dios (Teos=Dios en griego) el buen camino a vivir es el que se asienta en el camino hecho por el hombre-Dios. Ese fue Jesús. Y el camino fue su vida toda impregnada por el trato asiduo con “Abba” su Padre.Ese es el vinculo de Amor mas grande que nos convierte en ofrenda hasta de la propia vida (el que busca su vida la perdera pero el que la entrega por mi y por el evangelio la encontrará
(Mt 16,25 ) haciendo del amor humano un amor católico (=universal).

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