Comentario homiletico

Lc 14, 1.7-11–
¡Que enamorado de Cristo debía estar Pablo! para decir frases como las que hoy le oímos decir: que “para mí la vida es Cristo” y que duda entre morir para estar para siempre con Cristo o estar aquí predicando a Cristo a los Filipenses.
Y es que Jesús debía enamorar porque manifestaba su enorme grandeza viviendo con suma humildad. Así nos lo dice hoy con palabras que parecen consejos doctrinales “el que se humilla será ensalzado”, pero también con gestos como sentarse en lugares menos preferentes en banquetes de bodas (en Caná) o ponerse a lavar los pies a sus discípulos en aquella célebre Última Cena (Lc 14, 1.7-11.

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