SIMPLICIDAD (=ORO EN BRUTO)


Queridos hermanos y hermanas:

San Marcos no fue un testigo de la resurrección del Señor, pero estuvo tan cerca de los testigos … Un día se le ocurrió escribir no tanto una biografía de Jesús cuanto una confesión de fe. No pudo menos de trasladar al exterior aquello que un día le traspasó el corazón. Por eso escribió algo de su Señor. Fue un evangelio breve. Fue un evangelio escrito para los paganos, probablemente en Roma, recogiendo la predicación de Pedro. Aquellos paganos estaban fuera. Veían los ritos de los cristianos, sus plegarias, su modo de vivir, y todo les parecía enigmático, no alcanzando a entender su razón de ser. ¿Por qué oraban de esta manera? ¿Por qué no eran como los demás? ¿Por qué tenían un modo de vivir tan lleno de amor, de sencillez, de fraternidad? ¿Por qué sufrían los tormentos con tanta serenidad y morían con tanta generosidad?

San Marcos les da la clave en su evangelio. Sencillamente porque habían encontrado a Jesús que se les había hecho visible en la vida de los apóstoles. Habían encontrado a Jesús que era Hijo de Dios y les ofrecía la salvación: una patria definitiva para el último día cuando todo en este mundo se haya terminado, y un hogar entrañable en esta tierra para vivir en fraternidad, llevar los males de la vida con serenidad, estar cerca de los otros con magnanimidad, tener un corazón limpio en la intimidad, y hacer el paso de esta vida a la otra con tranquilidad.

Muchos de aquellos paganos se adhirieron en masa a la fe cristiana. ¿Seremos capaces nosotros, en nuestro tiempo, quizás un poco paganizado, de sentirnos estremecidos por estas palabras esenciales de San Marcos acerca de Jesús e iniciar nuestro itinerario de salvación?
(Tomado de Ciudad Redonda).

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