05/10/2022

Lc 11,1-4
Llama la atención que son los discípulos quienes piden a Jesús que les enseñe a orar. Sin duda porque veían que Jesús oraba con frecuencia y largo tiempo. Y el ejemplo les arrastraba.
Y luego vienen las peticiones del conocido y nunca bastante interiorizado Padrenuestro que resume las ansias y deseos más profundos de Jesús y que hemos de hacer nuestros como sendas marcadas para nuestra vida:
Que tratemos a Dios como Padre y respetemos en gran manera su nombre.
Que venga su Reino a nuestro mundo y se vaya haciendo su voluntad y no la nuestra que a menudo es demasiado egoísta. Que a nadie le falte el pan de cada día.
Que el Padre nos perdone porque también nosotros perdonamos y que sea verdad que practicamos el perdón de corazón.
Y que nos libre de todo mal.
Hacer nuestros esos profundos deseos de Jesús y convertirlos en oración frecuente fue siempre lo que definió a los auténticos cristianos desde el principio y también debe ser el camino y práctica de los cristianos de hoy.

03/10/2022

Comentario al Evangelio del lunes, 3 de octubre de 2022
Paulson Veliyannoor, CMF
Una alegoría
En la tradición del enfoque interpretativo alegórico de los evangelios, el buen samaritano es Jesucristo. El hombre herido al borde del camino es la humanidad herida por el pecado. La posada representa a la Iglesia que, como ha dicho el Papa Francisco, es el hospital de campaña destinado a atender a la humanidad herida. Las dos monedas que el samaritano deposita en la posada se refieren a los sacramentos que Cristo ha instituido y ordenado a la Iglesia para la cura de almas. El buen samaritano promete pagar más cuando vuelva: En su Segunda Venida, Cristo nos recompensará por nuestra fidelidad. En el tiempo que media entre ahora y la Segunda Venida, nuestra tarea es cuidar de las víctimas en los márgenes de la sociedad, así como de la casa común que nos ha confiado Cristo; “hacer lo mismo” que ha hecho el buen samaritano de la parábola.

02/10/2022

Lc 17,5-10
Las luchas de poder entre los que lo buscan aunque pretendan lograrlo para hacer el bien nos expresan muy bien qué fe les mueve : la fe en que sólo la fuerza puede vencer en este mundo .
Sin embargo no es la fe en la fuerza que sigue la ley natural de la selva la que Dios propuso al hombre. Con esa ley hemos creado una historia de guerras y rivalidades incesantes en que la paz ha sido vivida como excepción o por cansancio .
La fe que se nos pide y clamamos todos desde que nacemos es una fe de orden superior porque algo nos dice que la fuerza de orden superior que es capaz de vivir el hombre puede vivirse si igual que empieza a vivirse normalmente en el seno de nuestras familias -que no estan muy maltratadas por la vida -se primara esta forma de enfocar la vida. El problema es tener que aceptar que en la propia casa de uno vivir el amor auténtico es bien dificil. La lucha fratricida en sus expresiones mas o menos graves está siempre presente y es por ello que es ahí donde con mayor urgencia hemos de invocar la fe que pidieron los apóstoles a Jesus que les aumentara.Y es que sólo con esa fe en Jesus y en vivir a su estilo es posible gobernarse uno a si mismo y por extensión a su familia y a su pueblo o nacion.
Con Jesus la gran fuerza que debe gobernar todo es el amor. Pero ha de aplicarse primero con uno mismo. Y si eres impaciente modera tu impaciencia y si piensas mal aprende a pensar con bien, y si eres orgulloso aprende de los humildes. Ocurre entonces que la gran asignatura para el vivir humano es tener que salir de la ley de la selva para vivir segun la ley del amor que es mucho mas exigente con uno mismo. Hemos de empezar por admitir con humildad aunque no nos guste que hemos de corregir mucho en nosotros mismos en tendencias y en actos porque van contra el amor a uno mismo. Claro que estas exigencias chocan con una visión idílica y falsa de que somos libres y debemos serlo a toda costa y sin esfuerzo. Y es ese mismo prejuicio de querer ver la vida como un paraíso sin lucha el que corroe al ser humano y hace contradictorio hasta llevarle a aborrecer la propia vida.
El despegue del hombre de su condicion de naturaleza animal a ser humano no se puede dar sin esa humildad radical de admitir que somos seres en proceso, inacabados, con defectos de fabrica ( pecado original) y que necesitamos del recurso a Dios y de la fe en esa forma superior de enfocar la vida y los problemas que hace posible la permanencia en la armonia y paz que procede de vivir con la ley superior del amor.
Con esa fe sobrenatural ,porque es don de Dios, podemos ver cómo Dios puede hacer salir al pobre hombre del estiércol en que esta metido (=de estércore erigit páuperem)Sal 113,7) y renacer dando gracias a Dios .