SALIR AL ENCUENTRO


Jn 1, 35-42 es una buena muestra de cómo puede llegarse al encuentro con Cristo y el papel necesario de la comunidad para inducir a otros al encuentro.
Bajo la apariencia de ser este un texto poco significativo vemos en él trazas de un márqueting de fuerte impacto para la relación de personas.
Empieza la escena con Juan Bautista presentando a dos discípulos suyos a Jesús diciendo de Él que es el Cordero de Dios. La imagen del cordero para un semita es muy relevante: es la comida preferida en las fiestas de la Pascua y los lleva a aires de liberación recordando el paso del mar Rojo y la promesa de un Mesías liberador.
Esa liberación la concreta el bautista en liberación del pecado. También esa liberación tiene calado para un hebreo que tiene en mente que el pecado está en el origen de casi todos los males. Por tanto, se ha hecho la presentación más elocuente que pueda hacerse del tal Jesús 
En la secuencia posterior Andrés comenta a Simón su hermano lo oído por el Bautista sobre Jesús. Es el “boca a boca” que llevará a Simón ante Jesús. Y el encuentro de Simón con Jesús no puede ser menos impactante: “le mira fijamente” … y luego le cambia hasta el nombre con el propósito de otorgarle una función importante en el Reino que piensa establecer: la de ser testigo de quién y cómo es Jesús, con quien va a convivir, dialogar y compartir con el resto de los apóstoles.
Esa convivencia de mesa y diálogo de amigos donde nada se esconde y se hace más trasparente la verdad de cada personalidad será punto de referencia importante en la construcción de las comunidades cristianas de los primeros tiempos del cristianismo y un referente para toda la posteridad desde que Jesús estableciera en el contexto de una cena su forma de presencia más cercana y real.