Mc 1,21-28
Sant Marc hoy nos narra la curación por Jesús de un hombre poseído por un espíritu inmundo. Un hombre así representa al hombre más frágil sometido y esclavizado por toda suerte de fuerzas y poderes ocultos. Poner nombre a tantos poderes que nos limitan y esclavizan no es difícil: dinero, sexo, diversión, drogas, móviles, márqueting, inteligencia artificial, presión mediática… todo está dispuesto para gobernar nuestra frágil vida sin dejarnos pensar. Son los demonios tecnológicos que se suman a los demonios clásicos que aún sobreviven pero con diferentes nombres pero un mismo fin :gobernar al hombre. Y de Jesús se nos dice que hablaba con autoridad, con propia sabiduría y no prestada. Además, en su palabra había fuerza sanadora, de hecho, increpa a los espíritus inmundos que inundan al hombre y salen de él.
¿Qué es lo que Jesús con su gesto ha hecho con ese hombre? En realidad, liberarle de falsas “fes” y esperanzas vanas para enseñarle a construir una humanidad nueva, no desde falsas fortalezas, sino desde su humilde fragilidad, y descubriendo en ella no obstante su inmensa grandeza.
En esa pobreza se esconde la auténtica verdad y el brillo del tesoro escondido sólo perceptible a los ojos de la fe.
¿Cómo se debió sentir el hombre liberado del espíritu inmundo? Seguro que pensó “por fin yo soy yo”. Jesús me ha liberado.
Celebremos hoy la Sabiduría de Dios encarnada en Jesús para nuestra liberación que nos va a permitir aceptar nuestra débil humanidad sin los abalorios de los sueños de la razón y la falsa suficiencia de los soberbios de corazón.