OTRA VEZ EL ORGULLO

Jn 1,35-42
El evangelio de hoy nos habla de Jesús “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Y nos habla de cómo varios discípulos de Juan creyeron en su mensaje de liberación y siguieron a Jesús.
y Jesús empezada predicando un Reino .No una religión sinó el Reino de Dios. Un reino cerca y dentro de cada ser humano. Un reino sin fronteras .Un reino universal. Una llamada a todos a una fraternitad sin barreras. En ese reino cabia la
Ley dada dada por Dios a Moises, pero siempre que se llevara a plenitud desde el amor ,el vinculo de la unidad consumada (Pablo). y probablemente caben todas las religiones cristianas y no cristianas . Las que dicen seguir a Jesús pero andan divididas en credos y líderes cerrados al diálogo, pero siempre que antepongan a “sus manias” la ley del amor que encarna la desnuda humanidad de Jesus.
Cuando leemos la enciclica ” Tutti fratelli” del papa Francisco afrontando la pandemia y ahora la guerra en diálogo con lideres religiosos e inspirándose en aportes suyos para redactar su carta (cuyos claros precedentes son San Francisco y Jesús el hermano Universal ) no podemos sino pensar en que por fin el clamor profundo de la tierra pidiendo solución en forma de liberación del mal común puede ser escuchado . La voluntad de Dios manifestada en Jesús- como en la de otros lideres religiosos podrá ser atendida en debida forma .
Puede ser el comienzo de una Nueva Era si ante los grandes males que nos afligen (amén de guerras y pandemias) vemos gestos de unión en los líderes religiosos y ojalá luego les sigan los poderes politicos y hasta los económicos.
Desde aqui atisbamos en Jesús y su forma de encarnación de lo humano la “roca firme” sobre la que asentar la humanidad del futuro. El es nuestra salvacion. Pero hemos de escucharle desde la pobreza de nuestro corazón que se ha hecho pobre para hermanar con todos y con todo.
Y ese es a nuestro parecer el problema del humanismo tecnológico :que nos creemos que sabemos tanto que entre unos y otros llegamos tarde a la solución de todo. Nos falta “arrodillar el orgullo” que es virtud principal del hombre profundamente religioso.