Comentario homiletico

Jesús en Mc 3,1-6 entra en la sinagoga y se encuentra con un hombre que tiene parálisis en un brazo. Es día de sábado en que no se puede trabajar según la Ley de Moisés y los presentes (que ya debían conocer que “el fuerte” de Jesús no era la ley) se temen que Jesús haga el milagro de curarle y manifieste con ello que está frontalmente contra la Ley puesta por Dios. Entonces se le podría acusar como falso profeta.
Jesús, efectivamente cumple las expectativas de los doctores de la ley y no solo realiza la curación, sino que da argumentos (hacer el bien, salvar una vida…) como preferentes a cumplir la Ley. Pero a ellos les suenan a excusas esos argumentos y termina el relato diciendo que los fariseos en cuanto salieron se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con Él.
Ciertamente Jesús chocó reiteradas veces con los fariseos y doctores de la ley. La ley de Moisés centrada en los 10 mandamientos se había ampliado a 613 normas, como queriendo regular toda la vida sin dejar que ésta sea movida por el Espíritu y el amor. Así se había llegado a extremos de sacralizar la Ley y preferir su cumplimiento escrupulosamente, en vez de ponerla al servicio de la vida.
Quizás aquel refrán nuestro tan clásico que dice “primero es la obligación que la devoción” nos sirva para entender adecuadamente (con sentido común) que las obligaciones que nacen de la atención a la vida (atender a un hijo enfermo o a una visita.. ) u obligaciones de caridad, tienen preferencia a las devociones.
En definitiva, Jesús no está aquí en contra de la Ley de Dios o la ley de no trabajar en sábado, sino que pretende superarla (Mt 5,17-37) y llevarla a plenitud con la ley del amor que es la instancia más cercana a la vida a la que toda ley debe servir.
Y no nos extrañe que Jesús, al ser preguntado qué mandamiento es el más importante, resuma toda la ley en amar a Dios sobre todo y al prójimo como a uno mismo. No hace sino rubricar aquello que dijo: “he venido para que tengan vida y vida abundante” Jn10,10.

Ahora bien ¿de qué vida se trata? La naturaleza q está “tocada” por creación de la bondad de Dios(Gen 1) parece llamada a acunar a la vida por la fuerza del Espiritu Creador de modo que la vida emergida será imagen y semejanza de Dios (Gen 1,2).Pero hemos de aceptar q es vida creada y como tal mortal. Sobre esa vida terrestre y humana pesa el “memento mori”: “acuérdate hombre que eres polvo y has de volver al polvo”. La disolución en polvo o en energia inerte parece ser su fin integrándose en el Cosmos a menos q esa imágen q se ha realizado como vida humana y en libertad haya sido tocada de nuevo por un llamado divino a nueva plenitud . Esa es la nueva vida injertada en Cristo por el bautismo, restaurada “setenta veces siete” por el perdón de Dios en la Confesión y alimentada no sólo por la Palabra de Espiritu y Vida de Jesús sino por su presencia Eucaristica q nos diviniza al dársenos como alimento de Comunion con Cristo y con los hombres como hermanos.(“el q coma de este pan vivirá para siempre”
Esa sacramentacion de lo humano por la Eucaristia no es separación respecto de lo mas autenticamente humano q participa de la bondad y de la ternura divinas como imagen de Dios sino q revestidas del perdón puro de Dios y de la carne de Jesús “resucitada” y eternizada va caminando hacia esa plenitud con Cristo q nos llama a la eternidad haciéndonos saborear aquí esos
Encantos del Sobrenatural.
Lo importante a destacar aquí es que desde esa absoluta soledad del ser humano personal comprometido con Dios y con el hermano por el perdón y la experiencia de profunda comunion Jesús no solo nos está sanando sino “salvando”. Lo suyo no es sólo sanar a tiempo parcial ( Jesús sanaba solo para ofrecer al mundo el signo de q el mesias habia llegado) sino Salvar a tiempo completo- anunciando e integrando al hombre en la sociedad con todos sus derechos-, pero sobre todo integrándole en el Reino de Jesús que es la máxima utopía que puede elevar al hombre a su mayor grado de humanidad haciéndola pasar de su condición perecedera a acceder por el amor – al estilo de Cristo- a vivir la eternida
d en el tiempo y luego la eternidad con el Dios y Padre de toda vida e Inmortal.

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