13/03/2022

Lc 9, 28-36
Es digna de recrear en sus detalles la manifestación gloriosa de Jesús en el Tabor ante los discipulos Pedro,Santiago y Juan.El monte y la nube ya son indicativos de la cercanía de Dios. Moisés y Elias están representando el Antiguo Testamento es decir: los Patriarcas con Moisés el que presentó al Pueblo las tablas de la Ley con los 10 mandamientos, y Elías que representaba el profetismo o la voz más crítica que denunciaba las desviaciones de su pueblo. Ley y profetas marcaban las formas de conducta a seguir los fieles judíos. Pero cuando se retiran Moisés y Elías una voz de Dios retumba entre la nube y anuncia : “este es mi Hijo Amado: escuchadle”.
Jesús que es la Palabra (= el Logos o Verbo) del Padre va a ser la palabra definitiva a seguir. Ya no es la Ley escrita sólo, sino la palabra de Jesús que es espíritu y vida. Con Jesús veremos que quiere llevar la ley a plenitud y hemos recordado cómo es el amor sin límites ni condiciones el que nos va a descubrir el auténtico rostro del Padre hecho visible en su hijo Jesús. Los apóstoles aún habituados a la ley del Antiguo testamento se habían llenado de temor- por no decir terror -a lo sobrenatural y oculto. Pero con Jesús va a desaparecer el miedo dando paso a un temor aliñado de esperanza y amor en donde tiene más fuerza la esperanza definitiva (= es la que que no acaba con la vida) sino que traspasa la muerte y respira eternidad y Resurrección.
Y visto el gozo en el compartir de los apostoles en la experiencia del Tabor, bien puede decirse con San Pablo que una tal experiencia no es sino la vivencia de las realidades futuras que nos esperan. (=sustantia rerum sperandarum”)a los hombres de fe. De esta manera podemos decir que cuando los cristianos nos reunimos como comunidad y pueblo de Dios meditando sus palabras, celebrando la eucaristia , en retiros y /o convivencias estamos de alguna manera viviendo la experiencia gozosa del Tabor: incoamos la unión como hermanos con Cristo y por El con el Padre.