“EL PAN DE LOS HIJOS”


Jn 6,51-58
Hoy termina el discurso de Jesús sobre el pan de vida con afirmaciones rotundas y reiterativas que no admiten duda alguna: 1. Jesús es el pan bajado del cielo y como es divino sacia a diferencia del pan terrestre. 2. Este pan es su propio cuerpo que es verdadera comida y su sangre que es verdadera bebida y que nadie se escandalice por ello como algunos discípulos que a raíz de oír estas palabras quisieron dejarlo 3. El que coma de este pan mora en Cristo y Cristo en Él. 4. Jesús es el pan que nos da el Padre para dar vida al mundo. 5. El que coma de este pan vivirá eternamente.
Todas estas expresiones de Jesús contenidas en el evangelio han sido determinantes para que la Iglesia crea que Cristo está realmente presente en la Eucaristía.  Aquellas palabras de Jesús tomando el pan y el vino y dándoselo diciendo “tomad y comed esto es mi cuerpo y esta es mi sangre” no son expresiones simbólicas sólo. Allí se hace realmente presente Cristo y ello se ha querido recalcar históricamente con dos posturas que se han aconsejado para comulgar y que son únicas: ayunar antes de comulgar y arrodillarse. No son sólo formas de veneración sino de adoración. Sólo nos arrodillamos para adorar a Dios.
Con frecuencia veremos cultos cristianos evangélicos que sólo tienen la mesa de la palabra. Perdieron esa presencia real de Jesús en la última cena o la han reducido a una presencia simbólica. Para los católicos sin embargo es una presencia real. Otra cosa es cómo hemos explicado esa presencia de Cristo: la clásica-aristotélica-Tomista es la que habla de trans-substanciacion donde la sustancia del pan se transmuta en la de Cristo y lo que permanece son los accidentes como el color la textura y el sabor.
Jesús les dirá a Santiago y Juan si son capaces de comer el pan que él va a comer y de beber del cáliz que Él va a beber(Mt 20,22) y le dicen que sí. Y entonces Jesús comprende que sí le han entendido en profundidad: comulgar es decir ” estoy dispuesto a seguir la suerte de Jesus viviendo como El y pasando las penalidades que haga falta para dar vida al mundo.

“DAD Y SE OS DARA”

 
Mc 12, 38-44
La viuda del evangelio de hoy da en el templo todo lo que tiene, aunque es poco, y por eso Jesús alaba su generosidad.
Quien así actúa “provoca” a Dios y Dios se le manifiesta en la forma de Providencia. La primera lectura de hoy, que narra la generosidad de la viuda de Sarepta, dice que esta viuda preparó para el profeta Elías un pan con la poca harina que tenía en una orza y un poco de aceite en una alcuza y nunca le faltó harina ni aceite.
Aquí el dar se convierte en un acto de fe por el cual yo creo que si doy cuanto puedo, “Dios proveerá” y, no sé cómo, pero me ayudará.
Esta experiencia de dar con fe en Dios es lo que convierte la solidaridad en Caridad y le añade otra dimensión. Una fe inserta en el dar que provoca y convoca a Dios Padre de toda Providencia.
Aprendí un refrán de una viuda de Oqueldán (Quellón) Chiloé por los años 80 muy curioso al respecto. Decía: “quien guarda de hoy pa l otro día ,de Dios desconfía”.