Mt 8, 5-11
El centurión, que es romano, militar y de otra confesión no judía, manifiesta una sensibilidad tan humana y profunda hacia su esclavo enfermo y una humildad tan patente ” no soy digno de que entres en mi casa” que Jesús no tiene más remedio que decir ” en Israel no he encontrado en nadie tanta fe”.
Con ello hemos de reconocer que muchos con sus obras – no con sus palabras o prácticas religiosas- tienen una fe que sólo Jesús conoce y hemos de saber valorar.
Las palabras del centurión fueron tan impactantes que la iglesia las pone en boca de los fieles cuando van a comulgar: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi alma quedará sana”.